La pérdida aguda de sueño aumenta la liberación de dopamina y reconfigura el cerebro, según un nuevo estudio.
La mayoría de las personas que han pasado la noche en vela conocen bien esa sensación de “cansancio y excitación”. Aunque el cuerpo está físicamente agotado, el cerebro se siente feliz, aturdido y casi mareado. Neurobiólogos de la Universidad Northwestern han sido los primeros en descubrir qué produce este efecto de embriaguez. En un nuevo estudio, los investigadores indujeron una leve privación aguda del sueño en ratones y luego examinaron su comportamiento y actividad cerebral.
Durante la perdida de sueño no sólo aumentó la liberación de dopamina, sino que también se incrementó la plasticidad sináptica, lo que literalmente reconfiguró el cerebro para mantener el estado de ánimo burbujeante durante los días siguientes. Estos nuevos hallazgos podrían ayudar a los investigadores a comprender mejor la transición natural de los estados de ánimo. También podrían ayudar a comprender mejor cómo actúan los antidepresivos de acción rápida (como la ketamina) y ayudar a los investigadores a identificar objetivos previamente desconocidos para nuevos medicamentos antidepresivos.
“La pérdida crónica de sueño está bien estudiada y sus efectos uniformemente perjudiciales están ampliamente documentados”, afirmó la profesora Yevgenia Kozorovitskiy. “Pero la pérdida breve de sueño, como la de un estudiante que se pasa la noche en vela antes de un examen, es menos conocida. Hemos descubierto que la pérdida de sueño induce un potente efecto antidepresivo y reconfigura el cerebro. Esto es un recordatorio importante de cómo nuestras actividades casuales, como una noche sin dormir, pueden alterar fundamentalmente el cerebro en tan sólo unas horas”, concluyó. Experta en neuroplasticidad, Kozorovitskiy es profesora asociada de neurobiología y catedrática Irving M. Klotz en la Facultad Weinberg de Artes y Ciencias de Northwestern.
La investigación se publicó en la revista Neuron. Mingzheng Wu, becario de posdoctorado de Northwestern, es el primer autor del artículo y la profesora Yevgenia Kozorovitskiy es la autora correspondiente.