Las leyendas son fábulas populares que corren de boca en boca como si fueran ciertas…
El Tepozteco es una zona arqueológica situada en el estado de Morelos (México), localizada alrededor de los 2,300 metros sobre el nivel del mar y a casi 600 metros sobre el valle de Tepoztlán. Estos restos fueron edificados entre los años 1150 y 1350 d. C y allí se tejen una serie de historias y leyendas que agigantan el misterio y el esplendor del lugar.
Una de esas leyendas narra que una princesa, que habitaba en las viviendas construidas en las terrazas del lado Este del sitio para alojar a los sacerdotes residentes y sus ayudantes, iba a diario al arroyo Axithtla para disfrutar la belleza del lugar, escuchar el trinar de los pájaros, el murmullo del agua y el aroma de las flores que invadía toda el área con un perfume celestial. Era tal la inspiración que despertaba el lugar, que la princesa solía cantar como forma de mimetizarse con el paisaje.
Al atardecer llegaba desde el infinito cielo azul, Ehécatl el dios del viento convertido en un pajarillo, el cual se posaba cerca de la princesa para poder admirar toda su belleza y dulzura. Ella solía acariciarlo y Ehécatl se quedaba inmóvil pasando largas horas allí. Cierto día la princesa quedó encinta y sus padres se enojaron con ella. La princesa les dijo que lo único que hacia cuando salía era cantar y disfrutar del lugar y que un pajarillo se acercaba y ella lo acariciaba hasta dejarlo dormido. Sus padres no le creyeron y, cuando la princesa dio a luz, intentaron deshacerse del recién nacido.
En una ocasión lo arrojaron desde las alturas pero los vientos lo empujaron suavemente hasta una llanura cercana. En otra oportunidad, fue abandonado en un maguey, pero la planta lo cuidó y las pencas lo alimentaron con su dulce aguamiel. En otra ocasión fue puesto al alcance de las hormigas pero éstas, lejos de picarlo, se dedicaron a alimentarlo solícitamente…
Finalmente lo pusieron dentro de una cesta y lo dejaron junto al arroyo Axithtla para que se lo llevara la corriente, pero este fue encontrado por un matrimonio de ancianos quienes lo adoptaron y le pusieron por nombre Tepoztécatl. Además le enseñaron todo lo que ellos sabían y el muchacho creció fuerte y robusto.
Pero nuevamente el destino tenía una intención funesta con el muchacho ya que, en cierta ocasión, los jefes del pueblo fueron a la casa de los ancianos que cuidaban de Tepoztécatl, para llevarse al hombre para sacrificarlo a Mazacuatl, una temida serpiente de Xochicalco que, a cambio de no atacar el pueblo y a sus habitantes, recibía como ofrenda a los más ancianos para devorarlos.
Tepoztécatlse ofreció al sacrificio y los jefes se lo llevaron. En el camino a Xochicalco, el muchacho fue juntando fragmentos filosos de obsidiana, que iba depositando en su bolsa. Al llegar a Xochicalco los jefes se lo ofrecieron aMazacuatl, quien lo tragó de primera con gran voracidad. Poco después, en el interior de su estómago, Tepoztécatlutilizó los fragmentos filosos de obsidiana, para desgarrar las entrañas de la bestia. Una vez que salió del estómago de la enorme serpiente, Tepoztécatl comunicó su victoria con señas de fuego a la población del valle.
De regreso a su hogar, el ahora héroe pasó por una fiesta y se acercó, atraído por el sonido del teponaxtli y la chirimía. Ante la negativa de la gente de dejarlo tocar los instrumentos se los llevó. Una multitud lo persiguió y, para evitar que lo alcanzaran, orinó y de su orina nació una barranca. Al llegar a Tepoztlán, los habitantes lo nombraron Señor del pueblo. Tiempo después, Tepoztécatl despareció y se dice que se fue a vivir a la pirámide del cerro del Tepozteco para siempre.
Otra leyenda narra que Mayáhuel, mujer y Patécatl, hombre, habían inventado el pulque. Dice la historia que después de mucho tiempo llegaron a hacer el pulque a la perfección gracias a Tepoztécatl en el monte Chichinauhia, que se llamó después Popocatépetl, por la espuma que hace el pulque. Dice esta leyenda que Tepoztécatl es originario de Tamoanchan, no es oriundo de Tepoztlán, sino de los naturales o moradores de ese pueblo, que lo proclamaron su dios. En el códice se lo representa con un hacha de cobre, tepoztli, porque los moradores del lugar eran hacheros y cortadores de leña.