Les traemos dos leyendas de la temporada de fiestas decembrinas.
Las Arañas de Navidad. Una de las historias más curiosas que podemos contar en estas fechas procede de Alemania y es la leyenda de las arañas de Navidad. Se trata de una divertida historia que aún hoy se traslada de padres a hijos y que explica el origen de uno de los símbolos más comunes de esta celebración en dicho país.
Hace mucho tiempo, en un pueblito en las montañas de Alemania, iniciaron los preparativos para la celebración y, como era costumbre, todas las mujeres se pusieron, escoba en mano, a limpiar y limpiar hasta dejarlo todo reluciente para cuando llegaran las esperadas fiestas Navideñas.
En una de las casas del pueblo habitaba una araña que tenía instalado su nido en las vigas del comedor. Viendo temerosa que la escoba se acercaba peligrosamente donde estaban sus pequeñas hijas, las llamó a todas y se las llevó un poco más arriba, donde había un pequeño hueco entre ladrillos y que casi no era visible.
Allí estuvieron escondidas varios días, hasta que una noche vieron algo asombroso, en el comedor había brotado un árbol de centelleantes luces y lleno, desde la raíz a las puntas, de toda clase de cosas brillantes, relucientes y deliciosas.
Las pequeñas arañas estaban muy impacientes y solo querían ir hacia el árbol, pero la mamá araña no les dejó acercarse a él, hasta que en la casa solo se oyó el silencio. Entonces las arañitas se deslizaron por sus hilos bajando presurosas hasta el árbol para ver de cerca todas aquellas maravillas. Se pasearon de arriba a abajo mirándolo todo, tocando los adornos con sus patas y dando tantas vueltas que, al final, todo el árbol quedó envuelto en una gran masa de telarañas y había perdido todo su esplendor.
Justo aquella noche era la noche en que Santa Claus llegaba a las casas para dejar sus regalos y cuando entró a la habitación se rio mucho viendo lo felices que eran las arañas, pero también sabía que los niños se pondrían tristes cuando vieran su árbol tan sucio y gris.
Así que les preguntó si querían quedarse en el árbol para siempre… algunas dijeron que sí y otras decidieron volver a su nido. Santa Claus sopló sobre el árbol y, las que quisieron quedarse, se convirtieron en arañitas doradas y sus hilos en bonitas y brillantes guirnaldas que colgaban de las ramas del árbol, haciendo que éste fuera aún más bonito. Y, desde entonces, esa es la razón por la que muchas personas ponen arañas y guirnaldas doradas cada año en los árboles de Navidad.
La bruja Befana. Otra leyenda tradicional de esta época es la de la bruja Befana que es una figura típica de varias zonas de Italia. Su nombre proviene de la palabra epifanía, la festividad religiosa en la época de Navidad que se celebra en Italia. Según la tradición, la Befana visita las casas de los niños de Italia la noche del 5 al 6 de enero montada en su escoba para llenar los calcetines que estos dejan en sus casas con regalos y caramelos si han sido buenos o con carbón si se han portado mal.
Según cuenta la leyenda de la Befana, los Reyes Magos al perderse de camino a Belén para llevar sus presentes al niño Jesús, pidieron ayuda a una anciana para que les guiase en el camino. A pesar de las súplicas de los Reyes Magos para que les ayudara, la anciana no accedió y se quedó en su casa. Después la anciana se arrepintió de no haberlos acompañado y preparó una cesta con varios dulces y se fue en busca de los Reyes Magos. Al no encontrarlos, la anciana fue parando en cada casa que encontraba y le regalaba a los niños los dulces que había preparado, confiando en que alguno de ellos fuera el niño Jesús…