La Academia Estadounidense de Pediatría expresa preocupación sobre la nutrición y la actividad física de los niños durante la pandemia de COVID-19.
La pandemia de COVID-19 ha centrado la atención en la epidemia de obesidad infantil debido al mayor riesgo de niños y adolescentes con obesidad de contraer la enfermedad grave de COVID-19. También ha aumentado la cantidad de niños en el país que no tienen suficientes alimentos para comer, mientras que al mismo tiempo ha provocado un aumento en la cantidad de alimentos no saludables consumidos y una rápida disminución en el ejercicio físico. La mala nutrición y la disminución de la actividad física podrían tener implicaciones a largo plazo para la salud de los niños en Estados Unidos según la Academia Estadounidense de Pediatría.
En dos nuevos conjuntos de directrices provisionales publicados, la AAP ofrece recomendaciones a los pediatras para ayudar a los niños y sus familias que luchan por mantener estilos de vida saludables durante la pandemia.
“No todos los niños pueden mantener una nutrición saludable y actividad física durante la pandemia”, dijo la Dra. Sandra Hassink, MD, FAAP, directora médica del Instituto de Peso Saludable en la Niñez. “Los pediatras deben evaluar la inseguridad alimentaria, el acceso a alimentos saludables, las oportunidades para realizar una actividad física segura y se les anima a conectar a las familias con los recursos comunitarios para ayudar con las necesidades financieras, de vivienda o alimentarias y planificar juntos para reducir el estrés familiar y encontrar formas de mejorar la salud de los niños”.
La Academia Estadounidense de Pediatríaseñala que muchos de los factores de riesgo que provocan un aumento de peso durante el verano están presentes en esta pandemia. Estos incluyen rutinas familiares interrumpidas, desregulación del sueño, actividad física reducida, mayor tiempo frente a la pantalla, mayor acceso a refrigerios poco saludables y acceso menos constante a comidas en porciones adecuadas durante el desayuno y el almuerzo escolar.
Al evaluar el acceso de los niños a la nutrición y la actividad física, los pediatras también deben detectar el inicio o el empeoramiento de la obesidad, recomienda la AAP. Los pediatras pueden ayudar a aconsejar a las familias sobre estrategias adaptadas a la etapa de desarrollo del niño que se basan en las fortalezas familiares.
Los médicos también pueden abogar por cambios en las políticas, los sistemas y el medio ambiente para abordar las inequidades en la salud y promover una alimentación saludable y una vida activa.
“La obesidad es una enfermedad crónica que pone en riesgo la salud actual y a largo plazo de los niños y es probable que empeore durante el curso de la pandemia”, dijo la Dra. Hassink. “Es importante que los pediatras continúen evaluando a todos los pacientes para detectar el inicio de la obesidad durante la pandemia y que mantengan el tratamiento de los niños y adolescentes que ya tienen obesidad. Nos preocupan especialmente los niños, niñas y adolescentes que ya están en mayor riesgo por desventajas económicas, sociales y geográficas”.
“Además, los niños y adolescentes con sobrepeso u obesidad pueden enfrentar un mayor estigma. Los pediatras deben tener un enfoque sin prejuicios con sus pacientes y familias y continuar abogando por la reducción del sesgo de peso”, concluyó señalando la Dra. Hassink.