“Home is now behind us, The world is ahead” (The Hobbit)
Miro hacia atrás y muchas veces me pregunto cómo se puede apretujar nuestra vida en una maleta. Me pasa de buscar fotos de mis hijos cuando eran pequeños y adolecentes y encontrar muy pocas… todas se fueron perdiendo entre un país y otro, entre una mudanza y otra. Según las circunstancias, (todos emigramos por alguna razón) había que desarmar la casa, desprenderse de las cosas materiales ya que los muebles, los electrodomésticos, etc., no caben en una maleta.
Por suerte tenemos los recuerdos, esos que atesoramos en nuestro corazón y nuestra memoria. Esos recuerdos son traicioneros a veces pues hay que adaptarse a otra cultura y ellos siempre están ahí… asomando a veces en el momento menos oportuno (como cuando uno extraña y tiene nostalgias de su tierra) sabiendo que ahora hay que tener coraje, fuerza y madurez suficiente para contener la familia y salir adelante asumiendo el riesgo corrido y defender la decisión tomada.
He tenido una doble inmigración y en mi columna les contaré de ellas y sé que muchos de ustedes se van a sentir identificados en algún momento con mis relatos.
Al emigrar te enfrentas a nuevos retos, descubres en ti facetas que desconocías, te sorprendes y te dejas sorprender por ese mundo nuevo. Aprendes y amplías tus perspectivas. Desaprendes y, a base de algún golpe (o muchos) y unas cuantas lecciones, creces en humildad. Evolucionas. Añoras… y creas recuerdos que ya no te abandonarán.
Desde el momento en el que decides marcharte, tu vida se convierte en un vaivén de emociones. La sensación de comenzar de nuevo nos asusta por momentos, pero la adrenalina está funcionando a mil en nosotros y tenemos curiosidad de este mundo nuevo y estamos en una etapa de aprendizaje y nuestra vida funciona a adrenalina pura. Nuevos lugares, nuevas costumbres, nuevos retos, nuevas personas… La sensación de comenzar de cero debería asustarnos y sin embargo sacamos de la ilusión de lo que está por venir una seguridad abrumadora alimentada por los sueños y la esperanza. Y es así que comenzamos en una nueva tierra…
Muchas personas te dirán que eres valiente, que también querrían marcharse, pero no se atreven. Y tú, aunque también tuviste miedo, sabes mejor que nunca que la valentía constituye, quizás, un 10% de las grandes decisiones, el 90% restante son las ganas. ¿Te apetece? Hazlo. Cuando damos el salto, ya no hay valientes ni cobardes: pase lo que pase, te enfrentas a ello…