La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) ofrece orientación provisional sobre la salud emocional y conductual de los niños durante la pandemia de COVID-19 y publicó una nueva guía provisional de cuidado infantil.
Según la Academia Estadounidense de Pediatría la pandemia de COVID-19 ha agotado a las familias y ha cambiado las rutinas, lo que plantea nuevos desafíos para los niños y adolescentes que luchan con problemas de salud conductual y emocional existentes o emergentes. Sin embargo, los niños son resilientes, especialmente cuando cuentan con los apoyos adecuados.
Para asegurarse de que las necesidades de los niños no pasen desapercibidas durante este tiempo tumultuoso, la Academia Estadounidense de Pediatría ha publicado una nueva guía provisional sobre “Apoyo a las necesidades de salud emocional y conductual de niños, adolescentes y familias durante la pandemia de COVID-19”.
“Como pediatra, sé que los niños no siempre saben cómo expresar sus verdaderos sentimientos e incluso pueden intentar proteger a sus padres de preocupaciones adicionales en lugar de compartir cuando algo anda mal”, dijo la Presidenta de la AAP, Sally Goza, MD, FAAP. “Esta es una de las razones por las que queremos ver a sus niños y adolescentes durante las visitas al consultorio, no solo para estar al día con las vacunas, sino también para controlar su salud social y emocional”.
Expresa también AAP que las familias de color han sido especialmente vulnerables durante la pandemia debido a las desigualdades estructurales causadas por el racismo que afectan el acceso y la calidad de la atención médica, la seguridad alimentaria, el empleo, la vivienda y la educación. Los pediatras que evalúan el impacto de COVID-19 en la salud social, emocional y conductual de un niño reconocen estos factores de estrés adicionales en la familia y pueden ayudar a identificar los recursos y servicios comunitarios para obtener ayuda.
“Los niños, especialmente aquellos con necesidades especiales de atención médica, pueden tener dificultades para aprender de forma remota y perder la atención en persona de los maestros y especialistas que normalmente verían en la escuela”, dijo la Dra. Goza. “Algunas familias pueden no tener acceso a Internet. El impacto de la pandemia ha exacerbado los desafíos que ya existían”.
La guía de la AAP describe cómo los niños y adolescentes pueden comportarse de manera diferente cuando están bajo estrés, y cómo esos signos varían según la edad y la etapa. Por ejemplo, los bebés y los niños pequeños pueden demostrar su angustia a través de la interrupción de funciones como dormir, ir al baño y alimentarse. Los niños mayores y los adolescentes pueden mostrar signos de abstinencia, temor y ansiedad; o mostrar comportamientos de externalización tales como oposicionalidad, irritabilidad, argumentación, agresión; o mostrar síntomas como dolor abdominal o dolores de cabeza.
La AAP recomienda:
- Los pediatras son expertos en detectar y evaluar a los niños para detectar comportamientos apropiados para el desarrollo. Durante la pandemia de COVID-19, es especialmente importante que los pediatras continúen asesorando a las familias sobre las respuestas y necesidades emocionales y conductuales en el contexto del desarrollo típico.
- No es raro que los niños tengan regresión del desarrollo durante momentos de estrés.
- Se debe alentar a los cuidadores a tener conversaciones abiertas y honestas con sus niños y adolescentes sobre lo que escuchan en los medios de comunicación. Evitar tales conversaciones no protege a los niños.
- Los niños mayores y los adolescentes pueden encontrar abrumador el aislamiento social relacionado con la pandemia. Socializar con los compañeros es un pilar del desarrollo infantil y adolescente. Seguir las pautas locales, estatales y nacionales para el distanciamiento físico y la reapertura debe seguir siendo una prioridad urgente mientras las familias ayudan a encontrar caminos para que los jóvenes socialicen de manera segura.
- Los pediatras pueden recordarles a las familias la fuerza que brindan a sus hijos estando presentes, siendo empáticos y cariñosos.
- Se puede alentar a los niños y adolescentes a explorar su creatividad, pasiones y fortalezas para ayudar a otros, ofrecerse como voluntarios y contribuir a su comunidad.
“Los niños y adolescentes a menudo sirven como ‘barómetros emocionales’ para su familia porque reflejan el nivel de estrés que pueden estar experimentando los padres y cuidadores”, dijo la Dra. Goza. “Los niños captan las señales de los adultos. Ahora es el momento de que seamos conscientes del estrés que todos estamos experimentando y no tengamos miedo de pedir ayuda”, concluyó.